Por Lic. Carolina Díaz Tieghi – Psicóloga – MN: 36.295
Sucede a menudo que los psicólogos que nos dedicamos a evaluar a los candidatos avanzados en un proceso de selección para una determinada empresa, debemos enfrentarnos a cuestionamientos sobre nuestra labor debiendo reafirmar nuestra profesión con fundamentos en la materia.
La ética profesional que juramos cuando obtenemos nuestro titulo universitario; incluye años de estudio, investigación y lectura que certifican nuestra mirada profesional.
Resulta complejo justificar ante nuestros clientes el por qué una persona no es apta para el puesto que necesitan cubrir y, entendemos las sensaciones que se generan ante la decepción de dichos resultados.
Con la complejidad actual que implica cerrar una búsqueda laboral a veces; lo urgente no ayuda, restándole calidad al trabajo en general. Sin embargo, nuestro objetivo es sostener la dignidad y el profesionalismo, defendiendo lo que más nos gusta hacer: conocer a las personas, descubrirlas y acercarlas a las compañías más afines a ellas y necesitadas de su incumbencia.
Por otro lado, reconocemos cuestiones que pasan desapercibidas, pues no somos magos, sino seres humamos formados en la impredecible mente humana que muchas veces, encuentran limitaciones en la información que las pruebas mismas nos brindan. Sin embargo, es nuestro deber y obligación seguir los baremos comprobados empíricamente de investigaciones que han contribuido a otorgar los datos fundamentales para realizar un bosquejo de personalidad sobre el evaluado.
Investigar, profundizar y estudiar aún más sobre la conducta humana conjuntamente con el contexto cultural, es un desafío constante que día a día se nos presenta.
Insistimos en nuestro compromiso como profesionales de la salud mental dentro del ámbito laboral, el que nos lleva a identificar las capacidades del candidato a evaluar, con la finalidad de cubrir las necesidades que la posición requiere, en función de las competencias que se consideran imprescindibles para el perfil del puesto.